Encogida en el pequeño y maloliente baño de la iglesia casera a la que asistía, Sonxi escuchaba con atención las voces apagadas de afuera. Ella había estado escondida en el baño desde que se le advirtió que sus padres la estaban buscando. Intentaba no hacer ruido, pero no era fácil. Sin embargo, poder asistir a la iglesia valía la pena. Los padres de Sonxi odiaban su nueva fe cristiana, pero ella sabía que simplemente tenían miedo por los problemas que podría traer a su familia. Cuando trataba de hablarles de Cristo, decían: «No podemos creer en esta religión porque tenemos miedo de la policía. Si no hubiera policía, creeríamos en Jesús». Ocho familias cristianas vivían en el pequeño pueblo de Sonxi en la Laos comunista, pero ella nunca les había prestado mucha atención, y ciertamente nunca imaginó que se convertiría en uno de ellos. Todo lo que realmente notó fue que eran diferentes de los otros aldeanos. No chismeaban, eran humildes y la animaban cuando hablaba con ellos. Ella no tenía ningún interés en Jesús hasta que un día descubrió un pequeño folleto que yacía en el suelo mientras caminaba por la selva. Después de recogerlo y comenzar a leer
Leer másHani fue apresado por ISIS debido a su herencia cristiana. Pero fue hasta después de su fuga que conoció a Jesús. Cuando los miembros del autoproclamado Estado Islámico (ISIS) rompieron con ansias el ayuno de Ramadán por ese día y acometieron grandes platos redondos de arroz, Hani, su hermano y varios otros prisioneros comenzaron a correr. Corrieron tan fuerte como pudieron con la esperanza de llegar a unas colinas cercanas para encontrar refugio mientras sus captores comían. Una vez que llegaron a las colinas, llamaron a sus familias por un teléfono que uno de los prisioneros había logrado ocultar. «¡Dile a los Peshmerga que no disparen! —instaron—. Somos siete». Sus familias alertaron a los Peshmerga, la milicia kurda que protegía a la ciudad de Bajdida de los invasores del ISIS. Hani y los demás conocían bien el terreno, y pronto estaban cruzando las líneas Peshmerga hacia los brazos de sus familias que los esperaban. Su terrible experiencia de 26 días había terminado. Secuestrado por ISIS Hani era un orgulloso ciudadano de Bajdida, una ciudad cristiana a unos 32 kilómetros (20 millas) de Mosul, la segunda ciudad más grande de Iraq. Los 50 000 cristianos caldeos de Bajdida todavía hablan siríaco, un
Leer másLos adoradores están de pie hombro con hombro en el piso del auditorio mientras los músicos cantan y tocan con alegría desde el escenario. La platea alta también está abarrotada, e incluso más personas se agrupan alrededor de puertas y ventanas para unirse a la adoración. Sin embargo, lo más sorprendente de este servicio abarrotado es su ubicación: se lleva a cabo en una Argelia de mayoría musulmana, donde otras religiones aparte del islam enfrentan estrictas restricciones gubernamentales. Como lo demuestra este servicio, las restricciones no han obstaculizado a los cristianos bereberes que viven en el norte de Argelia. En los últimos 30 años, el pueblo bereber ha recuperado su herencia como los habitantes originales de la región, y han rechazado el idioma, la cultura y la religión que les impusieron los invasores árabes islámicos a partir del siglo VII. Como han rechazado el islam, muchos bereberes ahora están adoptando el cristianismo. Tanto las iglesias cristianas registradas como las no registradas están creciendo exponencialmente en la región. Algunas consisten en un puñado de creyentes en una sala de estar y otras se reúnen en edificios recién construidos con todo y personal. Algunas de las iglesias con las que trabaja VOM
Leer másCuando se le preguntó por qué oraba, Myriam Behnam, de 11 años, respondió rápidamente: «Cuando oro, le pido que Dios pueda ayudarnos a regresar a casa —dijo—, y para que la paz de Dios pueda venir sobre todo Iraq. Y también, que Dios perdone a ISIS». Myriam, su hermana de 10 años, Zamarod, y sus padres, Walid y Alice, huyeron de su hogar cerca de Mosul, Iraq, hace más de un año cuando el autoproclamado Estado Islámico (ISIS) obtuvo el control de Mosul y las llanuras de Nínive. Desde entonces, la familia ha vivido en la región septentrional del Kurdistán junto con más de 1 millón de otros iraquíes desplazados. La vida no es fácil en el campo de refugiados, pero Myriam no alberga ninguna amargura. «Solo le pediré a Dios que perdone [a ISIS] —dijo en una entrevista de marzo de 2015 con SAT-7 TV—. ¿Por qué deberían ser asesinados?». El sorprendente perdón de Myriam a ISIS llegó a millones después de ser transmitido en la estación cristiana de televisión por satélite. Aunque es difícil saber cuántas personas vieron la entrevista en SAT-7, sus cinco canales llegan a una audiencia de 15 millones de personas en el norte de
Leer másSimón y Sara despertaron por los gritos y golpes en la puerta a las 4 de la mañana. Los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con botas de goma negras y trajes militares verde olivo sacaron a la pareja de su casa bajo una lluvia torrencial y los obligaron a subirse a las motocicletas. Conforme Simón y Sara se aferraban a los vehículos, sintiendo la bofetada de la lluvia en la cara y las salpicaduras del barro en las piernas, se preguntaban si los estarían llevando a la muerte. Al pequeño pueblo selvático de la Colombia rural donde viven Simón, Sara y sus cinco hijos solo es posible llegar por medio de cruzar algún cuerpo de agua. Las casas están dispersas a lo largo de una red de ríos, y la única forma de llegar a ellas es en lancha. Los colombianos que viven en esta zona remota se ganan la vida con la agricultura.. Simón y su familia se habían trasladado a la zona cuatro años antes para compartir el evangelio con quienes vivían en la aislada «zona roja», un área controlada por la guerrilla y no por el gobierno federal. Él y otro pastor trabajan
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