El 17 de marzo de 2018, el Rev. Adamu Ardo estaba en una campaña de evangelización cuando un grupo de jóvenes musulmanes irrumpió en la casadonde se alojaba y lo atacó a él y a un amigo musulmán. Los atacantes golpearon a Amadu con palos y machetes. También golpearon a su amigo por estarse asociando con un cristiano. El amigo no resultó gravemente herido y llevó a Adamu a un hospital. Después de varios meses y numerosas cirugías, Amadu sobrevivió notablemente, pero perdió el uso de su mano derecha y desarrolló un impedimento del habla. Su amigo musulmán se sorprendió por la forma en que sus hermanos islámicos habían tratado a su amigo y dijo: «Si esa es la forma en que actúan, entonces ya no quiero ser musulmán». El Rev. Adamu no ha podido trabajar desde el ataque para mantener a su esposa y a sus cinco hijos. Haz clic aquí para conocer más sobre la persecución de los cristianos en Nigeria y para saber cómo orar por ellos.
Leer másA medida que el sonido de los disparos se hacía más fuerte, Luis, de 10 años, y su hermano corrieron a su habitación y se arrastraron debajo de su cama. Sabían que los disparos significaban que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estaban atacando nuevamente su pequeña aldea selvática en una de las «zonas rojas» de Colombia: áreas particularmente peligrosas. Cuando los soldados del Ejército Colombiano llegaron para repeler el ataque, los guerrilleros tomaron como rehén al padre de los niños para ayudarse a escapar. Aunque lo liberaron cuatro horas después, los combates entre la guerrilla y las fuerzas gubernamentales se prolongaron durante días. Muchos de los amigos de Luis murieron en el ataque. SON HECHAS NUEVAS TODAS LAS COSAS Luis encontró la verdadera paz en Cristo a los 13 años e inmediatamente sintió la necesidad de ayudar a las personas en aldeas como la suya que habían sufrido la insurgencia durante décadas. «Me dijo que era mi Dios y mi Padre, y que siempre estaría conmigo —dijo Luis—. Sentí que el amor de Dios regresaba a mi vida». Con sus pequeños ahorros, Luis compró libros, juegos y otros artículos para distribuir en su antiguo pueblo,
Leer másEn Gujarat, India, un hombre desconocido detuvo a un grupo de cristianos que caminaban a casa desde una reunión de comunión y oración en el hogar de una compañera cristiana. Los acusó de hacer «negocios de conversión» y les advirtió que no continuaran. Los obreros de primera línea pidieron oración por los cristianos y también por la salvación de ese extraño. Haz clic aquí para conocer más sobre la persecución contra los cristianos en India y para saber cómo orar por ellos.
Leer másMás de un millón de refugiados han inundado Líbano debido a la guerra civil que se libra en la vecina Siria. El pastor Bassam abrió recientemente una nueva iglesia cerca de la frontera con Siria para ministrar a los refugiados y a otras personas en esa región. Después del servicio inicial de la iglesia, el pastor Bassam fue convocado para comparecer ante los funcionarios locales que lo interrogaron sobre sus actividades evangelísticas. Trató de responder a sus preguntas, afirmando que no obliga a nadie a acudir a los servicios ni a cambiar sus creencias. El pastor Bassam solicita oración por que la iglesia pueda funcionar sin interferencias y también por su esposa, quien ha estado sufriendo una enfermedad. Haz clic aquí para conocer más sobre la persecución contra los cristianos en Líbano y saber cómo orar.
Leer másPedir permiso para predicar es una forma de vida para «Leonardo». Simplemente olvidarlo o negarse a pedirlo puede dar como resultado morir a manos de la guerrilla o de los paramilitares en las «zonas rojas» de Colombia. Los pastores en estas áreas son vistos como obstáculos para las ambiciones políticas de los grupos porque los jóvenes que se convierten en cristianos ya no se sienten atraídos por el estilo de vida violento de ellos. «Te dan un tiempo para comenzar a predicar, y tienes que empezar y terminar en ese horario —explicó Leonardo—. No había predicación nocturna o caminar fuera [no estaba permitido], y siempre tenía que avisar si iba a ir a cualquier parte». La iglesia de Leonardo pronto lo transfirió a una zona diferente, donde trabajaba con personas que habían sido desplazadas por grupos guerrilleros de las zonas rojas. Pero su nuevo hogar tampoco estaba libre de oposición. «Hay pandillas, sicarios —dijo—. Llevo allí dos años. Dos veces no me han dejado predicar». Las pandillas detuvieron a Leonardo frente a su iglesia y le negaron la entrada, diciendo: «¡Hoy no hay predicación!». Pero Leonardo encontró otro lugar para predicar. Con un altavoz y un micrófono en mano, comenzó
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