Después de escapar de las autoridades norcoreanas, una ex contrabandista de Biblias continúa compartiendo el amor de Cristo con otros desertores en Corea del Sur. La primera vez que Eun-Ji puso un pie en una iglesia, estaba molesta. La gente que estaba adentro cantaba y oraba en voz alta, le decían mentiras sobre Corea del Norte y, lo peor de todo, hablaban de los “líderes eternos” Kim Il Sung y Kim Jong Il con descarada irreverencia. Eso la enfureció. Había asistido a la iglesia, una congregación coreana en China, por razones meramente financieras. Sospechaba que una mujer que le debía dinero estaba allí, y necesitaba el dinero. Tenía una familia que alimentar durante el tiempo de severa hambruna en Corea del Norte. Cientos de miles de norcoreanos murieron de hambre durante “La Ardua Marcha” de Corea del Norte, como se nombró a la hambruna de la segunda mitad de la década de 1990. Agravando el sufrimiento, el gobierno se negó a aceptar importaciones o ayuda internacional. En su lugar, dio su aprobación implícita al contrabando ilegal, permitiendo a los norcoreanos hacer lo posible por conseguir comida, en vez de recibir del gobierno las raciones de comida y el pago que

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Categorías: Historia, Oración