La pierna mutilada de Jaffar palpitaba mientras estaba sentado despierto en su habitación en medio de la noche. El iraquí de veintitrés años sentía la carga de su soledad y de su depresión como un peso físico sobre sus hombros. Su amigo había muerto, y su fe se había ido. Desesperado, desafió al Creador del universo: «¡Si estás allí, muéstrate!».

Agotado por el dolor, la frustración y el llanto, Jaffar finalmente se quedó dormido. Fue entonces, dijo, que experimentó un sueño sorprendentemente detallado. Jaffar dijo que soñó que estaba encaramado en un estrecho puente lo suficientemente ancho para uno solo. Debajo de él había un abismo de humo y fuego que irradiaba calor hacia arriba. Podía oír los gritos de otros detrás de él cuando el puente se derrumbaba bajo sus pies y se sumergían en la sima debajo de ellos. Aterrorizado, dio un paso cuidadoso tras otro.

Después de llegar a una puerta al final del puente, llamó y un hombre con una vestimenta blanca abrió la puerta. «¿Quién eres?», preguntó Jaffar. El hombre le dijo que era el dueño de la puerta y lo invitó a entrar. Sin embargo, le advirtió a Jaffar que si entraba por la puerta, nunca podría volver a salir. Sabiendo lo que había detrás de él, Jaffar cruzó el umbral. En el interior, vio árboles frutales y vastos espacios de hierba verde. La gente le sonreía mientras ángeles tocaban trompetas. El hombre de blanco se adelantó para sentarse en un trono dorado incrustado con deslumbrantes joyas azules. Jaffar dijo que se sentía lleno de una profunda paz.

Entonces despertó.

EN SU LECHO DE MUERTE

Como un chií consagrado, la más pequeña de las dos ramas principales del islam, Jaffar se unió a los combates en Siria en 2014 contra el autoproclamado Estado Islámico (EI) liderado por los suníes. Sin embargo, se desilusionó rápidamente cuando vio a los líderes de la milicia chií robándose los salarios de sus hombres, y cuando su mejor amigo fue asesinado a tiros. A solo cuarenta y cinco días de haber iniciado su contrato, Jaffar resultó herido en un ataque de mortero y se vio obligado a regresar a casa, quebrado en cuerpo y espíritu.

Pasó los siguientes meses soportando dolor físico y emocional, lo que lo llevó a su encuentro nocturno con el hombre de blanco. Aunque olvidó pronto el primer sueño, tres meses después, el sueño se repitió: el mismo puente, el mismo hombre de blanco y la misma invitación a entrar en el lugar seguro y pacífico. «Desperté después —dijo Jaffar—, y comencé a pensar: “¿Quién es esta persona que ha venido a mí dos veces?”».

Muslim convert sits teaching Bible

Comenzó su investigación con las enseñanzas tradicionales chiíes antes de descubrir pronto un programa de televisión semanal de un apologista cristiano marroquí. «Después de tres semanas de seguir sus enseñanzas, rechacé el islam por completo —dijo Jaffar—. Estaba convencido de que el islam no era de Dios».

Aún así, cuando llegó el momento del festival chií más importante (cuando los chiíes lloran la muerte del nieto de Mahoma, el imán Hussein ibn Ali), Jaffar se sintió obligado a participar. «Hussein es más importante [que Allah] en nuestra religión chií —dijo—. Si la gente niega [a Allah] o blasfema en su contra, le podría ser tolerado. Pero si alguien dice algo sobre Hussein, perderá la lengua».

Las ceremonias chiíes implican duelo y autoflagelación tan extrema que los participantes sangran. Y aunque Jaffar había rechazado el islam, los rituales seguían siendo parte de su identidad. «Ves a los amigos, te golpeas y eres parte de la multitud —dijo—. Después de eso, puedes presumir […] flexionando tus músculos cuando todas las chicas están mirando».

Pero su esperanza de impresionar a las chicas nunca se materializó. Cuando Jaffar blandió su espada salvajemente, la cuchilla golpeó su cuero cabelludo y fue llevado al hospital en coma. Jaffar dijo que mientras yacía inconsciente, sintió como si estuviera flotando sobre su cuerpo, viendo llorar a su madre y a su padre. Luego, después de oír pasos detrás de él, vio al hombre de su sueño. «¿Por qué estás llorando?»,  le preguntó el hombre. Jaffar le explicó que no quería dejar a su madre. De repente se despertó.

Cuando le contó a sus padres sobre el sueño, su padre declaró: «¡Era el imán Hussein quien se te apareció y te trajo de vuelta a la vida!».

EL ENCUENTRO CON EL HOMBRE DE BLANCO

Después de ser dado de alta del hospital, un día Jaffar se encontró con un antiguo empleador quien le preguntó dónde había estado. Cuando Jaffar le contó su experiencia cercana a la muerte y su sueño recurrente, su antiguo jefe comenzó a llorar. «El hombre que se te apareció es Jesucristo —le dijo a Jaffar—, y Él quiere que seas Suyo».

Church group gathers in Middle East

El antiguo jefe, que era cristiano, le dio a Jaffar una Biblia y le pidió que la leyera, comenzando con el Nuevo Testamento. Para cuando Jaffar llegó al Sermón del Monte en Mateo, estaba sollozando. «Estaba quebrantado —dijo—. Estaba pasando por todas estas pruebas, y luego leí: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Sentí que me hablaba directamente a mí».

Llamó al hombre que le había dado la Biblia y le dijo que quería aceptar a Cristo, y su amigo lo guió felizmente en una oración. A medida que Jaffar estudiaba la Biblia y crecía en Cristo, descubrió muchos detalles que se alineaban con sus sueños sobre el hombre de blanco.

Devoró la Escritura, tomando consuelo especial en las palabras de Pablo a los Romanos: «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?». Ansioso por compartir lo que estaba aprendiendo, comenzó a publicar videos de sí mismo leyendo y discutiendo pasajes bíblicos en Facebook Live. Varios amigos se dieron cuenta de lo mucho que había cambiado, incluso su forma de hablar, y pronto llevó a dos de ellos a Cristo.

Jaffar tenía miedo de su padre, quien a menudo lo había golpeado con una manguera, pero en 2016 supo que era hora de contarle sobre su conversión al cristianismo. Con su pasaporte y su billetera en el bolsillo en caso de que tuviera que huir, Jaffar le dijo a su padre que había comenzado a asistir a la iglesia y que el hombre de sus sueños era Jesucristo, no Hussein Ali. Su padre enfurecido lo golpeó con un limpiaparabrisas hasta que se dislocó el hombro y ya no pudo golpearlo.

Jaffar huyó a la casa de un tío, pero su padre vino tras él. Después de lograr escapar por el techo del edificio, se dirigió a Bagdad, donde continuó publicando videos en Facebook Live. Cuando su antigua unidad de la milicia chií se enteró de su conversión, le enviaron un mensaje amenazador: «Eres un apóstata sucio, un [perro] infiel. Estás insultando a nuestro líder, Hussein Ali. Te mataremos y te colgaremos en una cruz como a tu Dios. Te encontraremos pronto».

For the next year, Jaffar moved from place to place, continuing to produce his Bible videos. Finally, with no place left to go, he decided to leave Iraq for a nearby country. On Oct. 23, 2017, he arrived in a foreign country with just $100 in his pocket. Although he was safe, he was also an unemployed refugee. He eventually found a job working 16-hour days in a supermarket, but his leg — permanently damaged in the ISIS mortar attack — couldn’t hold up to the long hours. Before long, he was unemployed and living in the stairwell of an apartment building.

Durante el año siguiente, Jaffar se mudó de un lugar a otro, y continuó produciendo sus videos bíblicos. Finalmente, sin un lugar a donde ir, decidió abandonar Iraq para ir a un país cercano. El 23 de octubre de 2017, llegó a un país extranjero con solo cien dólares en el bolsillo. Aunque estaba a salvo, también era un refugiado desempleado. Con el tiempo, encontró un trabajo de dieciséis horas diarias en un supermercado, pero su pierna, dañada permanentemente en el ataque con mortero del Estado Islámico, no pudo aguantar las largas horas. En poco tiempo, estaba desempleado y vivía en la escalera de un edificio de apartamentos.

Cuando el pastor de una iglesia a la que había estado asistiendo se enteró de su situación, el pastor llamó a un obrero de VOM y pidió ayuda. VOM respondió rápidamente, ayudando a Jaffar a encontrar vivienda, proporcionando fondos para el alquiler y conectándolo con un trabajo que es físicamente capaz de realizar.

Continúa haciendo videos de apologética sobre el cristianismo, pero ha aprendido a presentar el evangelio con más suavidad. «No digan como yo: “El islam es malvado” —dijo—. Hablen sobre el amor de Cristo. El musulmán realmente no necesita que le recuerdes su religión y sus problemas diarios. Necesita un nuevo factor. Tenemos ese nuevo factor: el amor».

Si bien Jaffar sabe que está corriendo un riesgo al ser tan público sobre su fe en línea, preferiría arriesgar su vida que resistirse a la voluntad de Dios para él. Incluso está dispuesto a regresar a Iraq si siente que Dios lo guía a ello. «Yo no tengo el control —dijo—. Dios está en control. Me rindo a su voluntad, y Él tiene una buena obra para mí».

Musulmán chií sueña con Jesús y habla de Él en Facebook
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