Pandilla colombiana bloquea iglesia, pastor predica afuera
Colombia
Pedir permiso para predicar es una forma de vida para «Leonardo». Simplemente olvidarlo o negarse a pedirlo puede dar como resultado morir a manos de la guerrilla o de los paramilitares en las «zonas rojas» de Colombia. Los pastores en estas áreas son vistos como obstáculos para las ambiciones políticas de los grupos porque los jóvenes que se convierten en cristianos ya no se sienten atraídos por el estilo de vida violento de ellos.
«Te dan un tiempo para comenzar a predicar, y tienes que empezar y terminar en ese horario —explicó Leonardo—. No había predicación nocturna o caminar fuera [no estaba permitido], y siempre tenía que avisar si iba a ir a cualquier parte».
La iglesia de Leonardo pronto lo transfirió a una zona diferente, donde trabajaba con personas que habían sido desplazadas por grupos guerrilleros de las zonas rojas. Pero su nuevo hogar tampoco estaba libre de oposición. «Hay pandillas, sicarios —dijo—. Llevo allí dos años. Dos veces no me han dejado predicar». Las pandillas detuvieron a Leonardo frente a su iglesia y le negaron la entrada, diciendo: «¡Hoy no hay predicación!».
Pero Leonardo encontró otro lugar para predicar. Con un altavoz y un micrófono en mano, comenzó a predicar al aire libre. Primero les comenzó a predicar a niños pequeños, y en un corto tiempo su iglesia al aire libre creció para incluir a 70 adultos y 53 niños. La mayoría nunca habían escuchado el evangelio, pero pronto pusieron su fe en Cristo y fueron bautizados. Ahora Leonardo está entrenando a varios otros para predicar.
Él sabe que es peligroso compartir el evangelio tan abiertamente, pero también sabe que no está solo. Dios está con él, y tiene las oraciones y el apoyo de sus hermanos y hermanas de todo el mundo. «Allá afuera siento la calidez de mis hermanos […] el aprecio que tienen por nosotros y nuestro servicio».
Cuando las autoridades le dijeron a Leonardo que dejara de predicar, encontró aún más oportunidades para compartir el evangelio. VOM viene al lado de estos obreros de primera línea para equiparlos con los recursos que necesitan para el evangelismo y el discipulado.
Jesucristo nos dijo que fuéramos y enseñáramos a todas las naciones; no dijo nada acerca de pedirle permiso a nadie (Mateo 28:18-20). Los miembros perseguidos de nuestra familia [cristiana] están viviendo y evangelizando obedientemente en algunos de los campos misioneros más difíciles del mundo. Que nuestro testimonio cristiano no se vea obstaculizado por las restricciones terrenales y que sea empoderado por el Espíritu Santo.