Obrero de primera línea de Vietnam sigue los pasos de su padre
Vietnam
A Emmanuel le molestaba el trabajo ministerial de su padre en Vietnam y los repetidos encarcelamientos que había generado. Pero al ver a Dios trabajando a través de él, su propio trabajo comenzó a reflejar el compromiso de su padre.
Emmanuel tiene muchos recuerdos dolorosos de su infancia.
Nunca olvidará el miedo que sentía cada vez que las autoridades vietnamitas arrestaban a su padre mientras predicaba en un servicio dominical o enseñaba a los creyentes de varias tribus en casa de ellos. A veces se aferraba a la pierna de su padre, tratando de evitar que la policía se llevara a su papá. Y todavía recuerda la soledad y el abandono que sentía mientras su padre estaba encarcelado.
Emmanuel estaba resentido con el trabajo de su padre, y el sentimiento no terminaba cuando su padre salía de la cárcel. Resurgía cada vez que su padre no podía asistir a un evento escolar especial debido a su trabajo ministerial.
Emmanuel a menudo se subía a la cima de un cocotero para llorar y desahogar su frustración hacia su padre y Dios en privado. Luego, a los 11 años, la amargura de Emmanuel alcanzó un nuevo nivel cuando su padre comenzó a cumplir lo que se convirtió en tres años de prisión.
«Me enojé con mi padre —dijo Emmanuel—. A veces ni siquiera quería visitar a mi padre en la cárcel».
A pesar de la audacia de su padre como pastor, Emmanuel carecía de confianza en su fe. A menudo se escondía durante las reuniones de la Iglesia y los eventos juveniles.
«Tenía miedo de que alguien me pidiera que orara o hiciera algo», dijo con su rostro mostrando rastros de su timidez juvenil.
Cuando era adolescente, Emmanuel pasaba gran parte de su tiempo libre levantando pesas; descubrió que aumentaba su confianza y aliviaba la agresión. Pero después de años de viajar de provincia en provincia para las competiciones de culturismo; finalmente, comenzó a ver su fe como la fuente de la verdadera fuerza.
A los 19 años asistió a una escuela bíblica de un año de duración para jóvenes en la ciudad de Ho Chi Minh, y cuando regresó a casa fue nombrado líder juvenil de más de cuatrocientos niños y adolescentes de su Iglesia. Aunque inicialmente sentía ansiedad por la posición, encontró paz a través de la oración al aceptar el nuevo rol.
«Sentía alegría cuando estaba con los jóvenes, así que a veces no quería ir a casa —dijo—. Quería estar con los jóvenes de la Iglesia».
Dos años más tarde, Emmanuel aprovechó su experiencia en culturismo para servir como guardaespaldas de su padre, viajando a partes peligrosas de Vietnam con él durante varios días a la semana.
Recuerda un incidente en la región montañosa del Altiplano Central en el que él y su padre apenas escaparon de las trampas colocadas por los ladrones. Sus motocicletas pudieron romper las cuerdas que habían sido colocadas por los ladrones con la esperanza de robarles las motos después de detenerlos a lo largo de la carretera.
«En ese momento, Dios nos protegió», dijo Emmanuel.
Durante los seis años que pasó junto a su padre, Emmanuel vio no solo a su padre sino también a Dios trabajando.
«No me había dado cuenta de la importancia del ministerio —dijo—. Tenía la intención de ir con mi padre para protegerlo y solo hacer un trabajo ordinario, pero más tarde Dios me mostró que lo que había experimentado era la forma en que me había estado entrenando para mi futuro en el ministerio».
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El padre de Emmanuel, que ahora tiene más de 60 años, todavía está comprometido con el avance del Reino de Dios a pesar de sus muchos problemas de salud. Después de pasar dos meses en el hospital, persuadió a sus médicos para que lo dejaran salir el tiempo suficiente para predicar en un servicio en su iglesia. Después de predicar, regresó al hospital para continuar el tratamiento. Su determinación y devoción a Dios son fuentes de gran inspiración para Emmanuel.
«Siento que Dios todavía está permitiendo que mi padre vea el fruto [de su ministerio] —dijo—. Oramos para que se haga la voluntad de Dios».
El propio ministerio de Emmanuel hoy refleja el de su padre. Visita regularmente varias aldeas y comparte el evangelio entre las tribus que practican el culto a los antepasados, lo cual a menudo conduce a la persecución porque los líderes tribales les prohíben a los aldeanos abandonar su religión tradicional. Siguiendo los pasos de su padre, Emmanuel suele viajar durante días, lejos de su esposa y su pequeña hija.
Las autoridades gubernamentales se oponen a los cristianos en Vietnam cuando evangelizan fuera de las iglesias o intentan realizar eventos en las comunidades, y Emmanuel ha sido confrontado repetidamente por las autoridades sobre su trabajo ministerial.
Hace varios años, la policía lo obligó a presentarse en la estación de policía todos los días durante dos semanas en un intento de intimidarlo. Y hoy ocasionalmente «investigan» sus esfuerzos de alcance, en especial cuando él y otros están ministrando a los niños, pero aún no ha sido arrestado.
Las personas con las que comparte el evangelio y la persecución que ha enfrentado como resultado han ayudado a Emmanuel a comprender mejor su infancia y a verla bajo una nueva luz. Ha perdonado a su padre.
«Ahora entiendo por qué mi padre se sacrificó —dijo—. Siento y entiendo el llamado de Dios; por eso estoy dispuesto a hacerlo. Mi ministerio es el mismo que el de mi padre antes. Ahora vivo más para Él».
Cuando considera el legado de su padre, Emmanuel dijo que admira más que nunca la fidelidad y devoción de su padre al evangelio. Muchas personas de diferentes tribus llegaron a confiar en Jesús porque el padre de Emmanuel estuvo dispuesto a sacrificar tiempo en casa con su familia. Y Emmanuel ahora entiende que su pérdida temporal fue ganancia eterna para ellos.
Al ver el ministerio de su padre a través de la lente de su propio trabajo actual, Emmanuel dijo que ve no solo el bien que su padre hizo por el Reino, sino también el bien que hizo por su familia.
«Nos dejó un buen nombre —dijo Emmanuel, sonriendo—. No nos dio mucho dinero ni propiedades, pero nos dio un buen nombre y una buena reputación. Cada vez que vamos de un lugar a otro, la gente lo conoce, lo aprecia, lo respeta y lo ama mucho. Ha sido un buen ejemplo a seguir».