Casi nadie estaba a favor de que Mai se casara con el pastor Giang. Sus familiares, quienes son comunistas, se opusieron firmemente al matrimonio, al igual que los funcionarios locales del Partido Comunista y sus amigas de la escuela donde trabajaba. «Mi hermano mayor es policía de la ciudad y ocupa una posición muy alta en la provincia —explicó Mai—, y mis dos hermanos menores también son policías. Me [prohibieron] casarme con él».

Pero Mai decidió casarse con el pastor Giang en contra de los deseos de sus familiares y amigos, y pronto pagó un precio por ello. Cuando el Gobierno vietnamita se enteró de que se había casado con un pastor y luego confirmó que también se había convertido al cristianismo, la despidieron de su puesto como subdirectora de la escuela.

Al principio, Mai se preocupó por estar desempleada, pero Giang, quien había tenido problemas para encontrar trabajo en el pasado, le leyó versículos de las Escrituras y la hizo sentirse segura con respecto a la provisión de Dios. Pronto Mai encontró un nuevo propósito: servir al Señor al lado de su esposo.

Con los antecedentes de Mai en educación y la experiencia de Giang en el ministerio, comenzaron a enseñar a los niños de su aldea a escribir y a hablar vietnamita. Los niños, que tenían entre 6 y 17 años, eran miembros de un grupo étnico que tiene su propio idioma. Todas las noches, los niños se reunían en el suelo de tierra de la casa de la pareja para una lección de una hora. Como su casa no tenía electricidad, tenían que detenerse al atardecer.

Dos meses después de empezadas las lecciones, Mai y Giang compartieron el evangelio con los niños. Sabían que era arriesgado ya que vivían en una zona comunista y algunos de los padres de los niños eran policías, pero estaban decididos. «Yo no tenía miedo —dijo Mai—. La mayoría de ellos regresaron a casa y compartieron el evangelio con sus padres. Sus padres no causaron problemas». Con el tiempo, su clase creció a treinta y dos alumnos, lo que los obligó a formar un segundo grupo.

Entonces en 2015, Mai y Giang comenzaron a capacitar a los jóvenes para que se convirtieran en obreros cristianos, incluso enviándolos a compartir el evangelio a diferentes regiones. Cuando dos jóvenes de su primera generación de quince alumnos fueron a la aldea de un héroe comunista, una aldea donde una vez vivió un líder comunista popular, un policía le advirtió a uno de ellos que no evangelizara en la zona. Entonces el alumno le llamó a Giang para pedirle orientación.


Giang y Mai enseñan a los niños de la aldea a hablar y escribir vietnamita, presentándoles gradualmente el evangelio.

un héroe comunista, pero luego les preguntó: «¿Oraron?». Cuando le aseguraron que sí habían orado, quedó en paz con sus planes. Él les aconseja a sus alumnos que oren al hacer planes para visitar una zona, y si no sienten paz con respecto a ir, les dice: «No vayan». Los esfuerzos de los alumnos están dando frutos eternos, ya que un grupo que compartió el evangelio con doscientos aldeanos, después guio a veintiún personas a la fe en Cristo. Aunque Mai perdió su trabajo como subdirectora de la escuela, el Señor le dio a ella y a Giang una nueva oportunidad para ministrar juntos: alcanzar a los hijos de los comunistas con el evangelio y capacitar a los obreros cristianos para hacer avanzar el Reino de Dios en Vietnam.

Pastor vietnamita y su esposa enseñan a niños de aldeas comunistas
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