De chico, en Pakistán, Abdul vivió bajo la estricta ley islámica dentro de una cultura de vergüenza opresiva. Su tío, el jefe de su familia extendida, era un líder islámico de la comunidad, y el Corán era la fuente de la máxima autoridad sobre su vida. Sin embargo, a medida que Abdul crecía, comenzó a preocuparse por dónde pasaría la eternidad. A menudo pensaba en el cielo, y discutía sobre la otra vida con su tío, pero su tío simplemente le aseguró que llegaría allí. «Sabes que estás haciendo un buen trabajo —le dijo a Abdul—. Irás al cielo». En lugar de brindarle consuelo, las palabras de su tío lo ofendieron. Sabía que no había vivido una buena vida, incluso conforme a sus propios estándares. Y seguramente los estándares del cielo eran más altos que los suyos, pensó. La visión islámica del cielo de repente le pareció barata a Abdul. Después de más conversaciones sobre el islam con familiares, el disgusto de Abdul con su vida se hizo tan intenso que quiso suicidarse. Afligido, compartió sus sentimientos y oscuras intenciones con un amigo. Para sorpresa de Abdul, su amigo musulmán lo desafió a tomar un curso bíblico por correspondencia que
Leer másNoventa y nueve por ciento de los 80 millones de ciudadanos turcos son musulmanes, mientras que se cree que solo 7000 son cristianos evangélicos. Entre esa pequeña minoría se encuentra un hombre llamado Baris Ozturk, quien perdió a su familia y su fuente de ingresos cuando dejó el islam y ha dedicado su vida a hablar de Jesucristo con la gente de Turquía. Era un día de trabajo ordinario cuando Baris encontró la Biblia que una mujer había dejado en su tienda de electrónica en Florida. Como era un musulmán devoto rezaba cinco veces al día y se reunía con otros musulmanes todos los viernes por la noche para discutir sobre el Corán. Había venido a los Estados Unidos desde Turquía para obtener su maestría, y después de lograrlo se quedó en los Estados Unidos para trabajar. Baris administraba varias tiendas de electrónica exitosas y llevaba una vida cómoda con su esposa y sus dos hijos. Pero cuando Baris encontró la Biblia en su tienda se sintió impelido a recogerla y echarle un vistazo a sus enseñanzas. Quedó inmediata y profundamente conmovido por las palabras de Jesucristo en el Evangelio de Juan, capítulos 13 al 18. «Es el discurso de
Leer másEn julio de 1998, el pastor “Bici” recorrió en bicicleta 17 000 kilómetros (más de 10 000 millas) a lo largo de China, y compartió el Evangelio en 24 provincias. La policía amenazó con frecuencia a su iglesia casera en Beijing, y el pastor Bici fue detenido en repetidas ocasiones. Ahora con sede en Qingdao, provincia de Shandong, el pastor Bici todavía ministra activamente en toda China, y continua llevando a un promedio de dos a tres personas a Cristo todos los días. Él y su esposa están plantando una iglesia para migrantes, y bautizaron a cientos de nuevos creyentes en 2018. El pastor Bici enfrenta presión y persecución continuas, así como algunos desafíos de salud.
Leer másCada fin de semana, Linh y su esposo viajan cinco horas en motocicleta para llevar el evangelio a una aldea que alguna vez temió Linh. La aldea, conocida como una «aldea de héroes comunistas», fue el hogar de varios soldados que murieron luchando contra los Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Los aldeanos se enorgullecen de los héroes caídos de su comunidad y aprecian profundamente su forma de vida comunista. Muchos de los aldeanos vivían allí durante la guerra y recuerdan a los que murieron. En un país donde la mayoría de la población practica el culto a los antepasados, la veneración de los que lucharon y murieron por el comunismo se considera un deber sagrado. Algunos ven a los héroes caídos como los espíritus guardianes de la aldea, y se invoca su memoria para promover el nacionalismo y el orgullo comunista. Inicialmente, el esposo de Linh no quería que ella trabajara en la aldea; temía que sería arrestada. Sin embargo, con el tiempo se sintió obligado a apoyarla y continúa orando por su éxito. Aunque viaja al pueblo con ella cada vez, se queda en la motocicleta mientras Linh comparte el evangelio. No cualquiera puede entrar a la
Leer másLA FE LIBRE DE RIESGOS NO EXISTE Mientras Mee preparaba una comida en su pequeña cocina al aire libre una tarde de 2008, un hombre se le acercó con una confesión impactante. «Lo siento mucho —comenzó el hombre—. Traté de matar a su marido hace dos años. Le disparé y fallé. Desde entonces, he estado viendo a su marido hacer cosas y ayudar a la gente. Es un buen hombre». El hombre que se dirigió a Mee en su aldea en el sur de Laos había sido un francotirador del gobierno comunista del país, y había tratado de matar a su esposo, Vang, debido a su trabajo de evangelización. Durante dos años, Mee y Vang habían trabajado en desarrollar relaciones y compartir el evangelio con miembros de la comunidad budista de influencia animista. Después de confesarse con Mee, el francotirador le mostró una Biblia que había robado de la aldea. Dijo que había sentido una profunda vergüenza después de años de matar gente, pero que había encontrado esperanza en la Biblia cristiana. «¡Su Dios es bueno! —dijo sonriendo—. No puedo devolver este libro. Quiero quedármelo. Lo siento mucho». Mee, le devolvió la sonrisa, y pudo ver al Espíritu Santo en
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