En una pequeña oficina con poca luz en un país de Medio Oriente, Khaled está sentado en silencio en un sofá con las manos cruzadas en su regazo y recorre la habitación con la mirada. Aquí es donde compartirá los recuerdos más oscuros de la vida de su familia como cristianos en Yemen, un país del cual él y sus cuatro hijos huyeron después del martirio mudo de su esposa, Samira. Está sorprendentemente tranquilo mientras se prepara para compartir los detalles de su viaje para dejar el islam y los innumerables incidentes de persecución que sufrió su familia como resultado. Sabe que hay un propósito para el dolor que él y sus hijos todavía sienten hoy. «Cuando pienso en nuestra historia, en lo único que puedo pensar es que Dios nos está preparando para algo más grande […] para servirle —dice Khaled sonriendo—. Es en capa tras capa de persecución que Él nos cambia para ser como Él». UN ESTUDIANTE DEL ISLAM La historia de persecución de Khaled comienza donde terminó su fe en el islam. La mañana del 11 de septiembre de 2001, Khaled dirigió el llamado a la oración en su mezquita en Yemen. Las dudas sobre el
Leer másTanto Anam como Rania han sufrido mucho debido a su fe cristiana, pero su trabajo entre los cristianos perseguidos ha traído una sanidad inesperada del odio profundamente arraigado. Como parte de la minoría cristiana de Pakistán, Anam experimentó persecución y acoso a lo largo de su vida. Y durante gran parte de ese tiempo tuvo un odio comprensible contra sus perseguidores. «Comencé a odiar a los musulmanes después de la muerte de mi tío», dijo. Anam admiraba a su tío «Naimat», un maestro de escuela inteligente que siempre la había alentado en sus estudios. Compartían amor por la poesía, y Anam esperaba ser como él cuando creciera. Naimat, el único maestro cristiano de su escuela, trataba de defender los mejores intereses de sus estudiantes. Cuando sus colegas musulmanes enviaban a los estudiantes a hacer mandados personales, Naimat intervenía y les decía a los estudiantes que usaran su tiempo sabiamente en sus estudios. Después de que finalmente fue ascendido al puesto de director de la escuela debido a su trabajo ejemplar, los colegas de Naimat se pusieron profundamente celosos. Lo odiaban tanto, de hecho, que contrataron a un sicario para matarlo, y le dijeron al asesino que Naimat había blasfemado contra
Leer másEncogida en el pequeño y maloliente baño de la iglesia casera a la que asistía, Sonxi escuchaba con atención las voces apagadas de afuera. Ella había estado escondida en el baño desde que se le advirtió que sus padres la estaban buscando. Intentaba no hacer ruido, pero no era fácil. Sin embargo, poder asistir a la iglesia valía la pena. Los padres de Sonxi odiaban su nueva fe cristiana, pero ella sabía que simplemente tenían miedo por los problemas que podría traer a su familia. Cuando trataba de hablarles de Cristo, decían: «No podemos creer en esta religión porque tenemos miedo de la policía. Si no hubiera policía, creeríamos en Jesús». Ocho familias cristianas vivían en el pequeño pueblo de Sonxi en la Laos comunista, pero ella nunca les había prestado mucha atención, y ciertamente nunca imaginó que se convertiría en uno de ellos. Todo lo que realmente notó fue que eran diferentes de los otros aldeanos. No chismeaban, eran humildes y la animaban cuando hablaba con ellos. Ella no tenía ningún interés en Jesús hasta que un día descubrió un pequeño folleto que yacía en el suelo mientras caminaba por la selva. Después de recogerlo y comenzar a leer
Leer másHani fue apresado por ISIS debido a su herencia cristiana. Pero fue hasta después de su fuga que conoció a Jesús. Cuando los miembros del autoproclamado Estado Islámico (ISIS) rompieron con ansias el ayuno de Ramadán por ese día y acometieron grandes platos redondos de arroz, Hani, su hermano y varios otros prisioneros comenzaron a correr. Corrieron tan fuerte como pudieron con la esperanza de llegar a unas colinas cercanas para encontrar refugio mientras sus captores comían. Una vez que llegaron a las colinas, llamaron a sus familias por un teléfono que uno de los prisioneros había logrado ocultar. «¡Dile a los Peshmerga que no disparen! —instaron—. Somos siete». Sus familias alertaron a los Peshmerga, la milicia kurda que protegía a la ciudad de Bajdida de los invasores del ISIS. Hani y los demás conocían bien el terreno, y pronto estaban cruzando las líneas Peshmerga hacia los brazos de sus familias que los esperaban. Su terrible experiencia de 26 días había terminado. Secuestrado por ISIS Hani era un orgulloso ciudadano de Bajdida, una ciudad cristiana a unos 32 kilómetros (20 millas) de Mosul, la segunda ciudad más grande de Iraq. Los 50 000 cristianos caldeos de Bajdida todavía hablan siríaco, un
Leer másCuando se le preguntó por qué oraba, Myriam Behnam, de 11 años, respondió rápidamente: «Cuando oro, le pido que Dios pueda ayudarnos a regresar a casa —dijo—, y para que la paz de Dios pueda venir sobre todo Iraq. Y también, que Dios perdone a ISIS». Myriam, su hermana de 10 años, Zamarod, y sus padres, Walid y Alice, huyeron de su hogar cerca de Mosul, Iraq, hace más de un año cuando el autoproclamado Estado Islámico (ISIS) obtuvo el control de Mosul y las llanuras de Nínive. Desde entonces, la familia ha vivido en la región septentrional del Kurdistán junto con más de 1 millón de otros iraquíes desplazados. La vida no es fácil en el campo de refugiados, pero Myriam no alberga ninguna amargura. «Solo le pediré a Dios que perdone [a ISIS] —dijo en una entrevista de marzo de 2015 con SAT-7 TV—. ¿Por qué deberían ser asesinados?». El sorprendente perdón de Myriam a ISIS llegó a millones después de ser transmitido en la estación cristiana de televisión por satélite. Aunque es difícil saber cuántas personas vieron la entrevista en SAT-7, sus cinco canales llegan a una audiencia de 15 millones de personas en el norte de
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