Creyentes vietnamitas golpeados durante 3 días no niegan a Cristo
Vietnam
A las 9 a.m. comenzaron de nuevo las palizas. Los agentes de policía arrastraron a los dos evangelistas magullados fuera de la estación de policía a la plaza del pueblo, donde una gran multitud se había reunido para tener el privilegio de golpear a estos «propagadores de mentiras y rebelión». Cuando más de cien personas dieron un paso al frente para golpear a los evangelistas, los dos hombres permanecieron en silencio. «¡Canallas!», abucheó la multitud que observaba. La paliza duró tres horas.
COMPARTIERON LA FE CON VALENTÍA
Hy y Tan son del norte de Vietnam. Los dos hombres se convirtieron en creyentes en 1996 después de escuchar la programación de radio cristiana patrocinada por VOM a través de la Far East Broadcasting Company (FEBC). Los nuevos cristianos se dedicaron a compartir el evangelio con los pueblos tribales de su área, la mayoría de los cuales tienen creencias animistas.
Golpeados por evangelizar
Un día, mientras salían de una aldea donde habían estado trabajando, las autoridades detuvieron a Hy y Tan y los llevaron a la estación de policía de la aldea. Después de ser esposados juntos, se les dijo que era ilegal proclamar el evangelio. Los agentes de policía comenzaron a pegarles, a golpearlos e incluso a torcerles las orejas. Los oficiales confiscaron sus tarjetas de identificación y sus teléfonos móviles, y les exigieron que dejaran de evangelizar.
Cuando la policía se enteró de que tres familias de la aldea se habían vuelto a Cristo y les habían dado sus ídolos ancestrales a Hy y Tan para que fueran quemados, enojados le dijeron a Hy y Tan que devolvieran los ídolos y restablecieran la adoración de las familias a estos dioses.
—No puedo hacer eso —respondió Hy—. Soy cristiano.
La paliza continuó hasta la noche y de nuevo al día siguiente. Los rostros de los evangelistas se hincharon y sus cuerpos estaban adoloridos por las palizas.
Después de dos días de palizas, Hy y Tan fueron arrastrados a la plaza del pueblo, todavía esposados juntos. El tercer día de palizas sería muy diferente. La policía había invitado a todo el pueblo a participar en su castigo. Algunos aldeanos los patearon y los golpearon, mientras que otros les pegaron con las macanas de la policía. Algunas de las mujeres les arrancaron el cabello y los abofetearon.
Cuando los hombres eran golpeados, los aldeanos los abuchearon y les lanzaron insultos. «Clama a tu Jesús ahora para que te quite esas cadenas —se burlaron—. Él te alimentará; no necesitas arroz del gobierno».
Entonces alguien puso con violencia un comedero para cerdos sucio frente a los hombres. La turba obligó a Hy y Tan a comer arroz cocido del comedero. Aunque fueron humillados y estaban físicamente agotados, los hombres permanecieron en silencio.
Más tarde, Tan dijo que mientras recibían cada golpe, recordaban cómo Jesús había sido golpeado. Eso les dio fuerza para soportar la paliza de tres horas. Finalmente, la policía los liberó. «Todo nuestro cuerpo estaba maltratado y magullado, y nos dolía por todas partes —recordó Tan—. Mi cara estaba tan hinchada que no podía ver con un ojo».
UN TESTIMONIO DURADERO
Después de regresar con sus familias, Hy y Tan fueron llevados de inmediato a un hospital, donde pasaron siete días recuperándose. Una vez en casa, recibieron un documento por parte de los funcionarios de la aldea donde les advertían que si regresaban a la aldea, serían asesinados. Ambos se negaron a firmar el documento. Como sabían que los nuevos creyentes de la aldea probablemente estaban bajo una gran presión, Hy de inmediato llamó para tranquilizarlos.
—Todavía quiero ir a visitarlos —les dijo—. Pero tendremos que ir en secreto.
Dado que es demasiado peligroso viajar a la aldea con frecuencia, Hy a menudo alienta a los nuevos creyentes orando con ellos y leyéndoles la Biblia por su teléfono celular. Durante una llamada telefónica en 2015, los creyentes le dijeron a Hy que otra familia de su aldea había puesto su fe en Jesús.
A lo largo de las áreas de Vietnam donde los cristianos enfrentan persecución, VOM ayuda a capacitar a evangelistas como Hy y Tan y proporciona DVD cristianos, literatura y Biblias para su distribución. También brindamos apoyo a las familias de hombres y mujeres encarcelados por causa de su fe y ayudamos a las familias que son desalojadas de sus aldeas después de convertirse a Cristo.
Aunque Hy y Tan ya no pueden visitar la aldea donde fueron golpeados, el testimonio de su fidelidad todavía está alcanzando a la gente del lugar. Una familia que fue testigo de la brutal paliza de los evangelistas viajó a su pueblo para hablar con ellos. «Vien», quien estaba gravemente enfermo, vino a preguntar si su familia podía recibir salvación y sanidad. Los evangelistas y su iglesia oraron por Vien, y se recuperó de su enfermedad. Ahora está sano y comparte activamente su testimonio con otros en su aldea.
Cuando un obrero de VOM le preguntó a Vien si alguna vez dejaría la fe cristiana, él respondió: «No, no lo haría. Incluso si eso significara que tuviera que morir, no dejaría a Jesús. Incluso si me desalojaran de la aldea, sigo creyendo que Jesús cuidaría de mí y de mi familia».
Esta área es difícil para los nuevos creyentes y evangelistas. Los creyentes se enfrentan al encarcelamiento a manos de los funcionarios del gobierno comunista y al acoso de los líderes de las aldeas. A pesar de los obstáculos, Hy y Tan comparten regularmente su fe. En solo dos años, todos en su pueblo se habían convertido en cristianos. Los dos evangelistas dirigían un servicio regular en su iglesia y continuaban ministrando en nuevas áreas.