La joven se acomodó en su asiento frente a un micrófono en un estudio del tamaño de un armario. Hannah hojeó el guion, respiró hondo y comenzó a leer. Quien fuera una entusiasmada escucha al otro lado de la transmisión, Hannah ahora es una voz familiar de la programación cristiana prohibida que se transmite a Corea del Norte. Cuando Hannah era niña en Corea del Norte, pasaba casi todas las noches acurrucada junto a la radio con su padre. «Era ilegal escuchar la radio, pero lo hacíamos en secreto», dijo Hannah. Aunque están prohibidas, su padre logró comprar una para que pudieran sintonizar las estaciones de radio de Corea del Sur. Incluso hoy, el gobierno norcoreano intenta «interferir» las señales exteriores y confiscar las radios ilegales. Los ciudadanos sorprendidos con una son arrestados. Su padre fue cauteloso, y le advertía a la familia que mantuviera su radio en secreto. Esperaban hasta después de la medianoche, cuando todos los vecinos estaban dormidos, para escucharla. Cuando lo hacían, escuchaban que había un mundo completamente diferente del descrito por sus líderes norcoreanos y por los maestros de Hannah en la escuela. Ella tenía una fuerte relación con su padre, y a menudo discutían lo que escuchaban en los programas

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Jong-su se ponía cada vez más nerviosa a medida que se alejaba de la frontera de Corea del Norte en el vehículo del traficante de personas. Había cruzado el río Yalu hacia China la noche anterior, después de que su novio la amenazó con denunciar su negocio de comercio ilegal por haber rechazado su propuesta de matrimonio. Si era condenada por comercio ilegal en Corea del Norte, se enfrentaba a la posibilidad de 15 años a cadena perpetua en un campo de concentración. Aunque Jong-su también tenía un trabajo legítimo, la devastadora hambruna que comenzó en 1993, así como las deficientes políticas económicas de su país, significaban que tenía que ganar dinero adicional ilegalmente o morir de hambre. «Deja el país unos dos años», insistió su madre, con la esperanza de que Jong-su pudiera volver después de que su novio superase su enojo. Siguió el consejo de su madre, y Jong-su se dirigió a la única persona que conocía que podía ayudarla, la vecina de al lado que estaba en el negocio del contrabando. La vecina le aseguró que podía organizar llevarla de contrabando a China y que Jong-su podría vivir cerca de la frontera con Corea del Norte para

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