Demerara era uno de los tres condados de la colonia caribeña de Guayana Británica (ahora Guyana). La esclavitud en Demerara era la regla, el modo de vida y el motor de su economía azucarera. Pasara lo que pasara allí, la esclavitud nunca debía ser cuestionada o amenazada. De los que podrían hacerlo, los misioneros eran los más culpables. La Sociedad Misionera de Londres (LMS) envió a John Smith a Guayana Británica en marzo de 1817. En Demerara tomó el relevo del reverendo John Wray, quien había sido transferido al vecino condado de Berbice. Tales transferencias ayudaban a mantenertransitoriaslas relaciones entre el predicador misionero y la población esclava. Los lazos de simpatía eran peligrosos para la economía. La primera entrevista de Smith con el gobernador Murray lo dejó bastante claro: enseñar a leer a los esclavos africanos estaba prohibido. El trabajo de la estación misionera era enseñar contentamiento, no educar, ni «insinuar nada que pudiera […] llevarlos a cualquier medida perjudicial para sus amos». En la Guayana Británica, la caña de azúcar era señor y rey. De modo que el honorable reverendo John Smith comenzó su trabajo en una de las estaciones misioneras más ingratas, húmedas y opresivas del mundo: lejos
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