«Si vienen al Islam, se volverán superricos». Andrew y un grupo de jóvenes de aldeas cercanas escuchaban atentamente las palabras del jeque. «También estarían adorando al verdadero dios», les dijo. Aunque Andrew había sido criado como cristiano en su aldea tanzaniana, no estaba bien cimentado en la fe. Así que, no tuvo que pensar mucho en las promesas del jeque antes de decidir seguir el islam. Andrew se sintió tan atraído por las enseñanzas y promesas del islam que ni siquiera la caminata de dos horas a la mezquita pudo disuadirlo. También se sintió muy atraído por las palabras radicales del carismático jeque. «Nos dijo cómo mataba a la gente —dijo Andrew—, y que, si queríamos defender el islam, teníamos que estar listos para dar nuestras vidas y matar al enemigo». El jeque, quien estaba preparando a Andrew y a los otros jóvenes para servir en el grupo islamista somalí Al Shabab, también les enseñó a usar machetes y pistolas. Al librar la yihad, o «guerra santa», contra los que son percibidos como enemigos del islam, Al Shabab no oculta su objetivo de erradicar el cristianismo de Somalia. Y también ha estado exportando su terrorismo a países cercanos, y ha hecho
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