En la cultura musulmana conservadora de Uzbekistán, las mujeres casi pueden pasar desapercibidas, llevando difíciles vidas de trabajo interminable en el hogar o la granja. Por ello, cuando llegan visitas, especialmente durante los fríos y largos inviernos, las mujeres generalmente se alegran de poder descansar y tomar té con el recién llegado. Un equipo de mujeres cristianas en Uzbekistán está utilizando esta estrategia para plantar iglesias discretamente. Comenzaron antes del 2017, cuando la oposición del Gobierno al cristianismo era intensa, y hoy en día este método todavía les ayuda a escapar de la atención de los extremistas musulmanes en la comunidad. Olma llegó a la fe hace dos décadas e inmediatamente comenzó con su esposo varias iglesias en casa. Cuando las autoridades amenazaron con encarcelarlos, se mudaron a otra ciudad, y cuando la policía los persiguió nuevamente, se mudaron otra vez. Dondequiera que Olma iba, enseñaba a nuevos creyentes y dirigía comunidades en casa. “Me gusta cuando las personas vienen a Cristo y sus vidas cambian —nos dijo—. Mi mayor deseo es el avivamiento en el reino de Dios. Mi pasión es hacer más líderes; de esa manera puedo hacer discípulos y enviarlos de vuelta a sus propias comunidades”. La
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