Historias de mártires cristianos: Abram Yac Deng
Sudan
La Biblia era pequeña y apenas se mantenía unida, pero transmitió la Palabra de Dios con eficacia a través de la predicación de Abram Yac Deng. Con un entrenamiento mínimo, pastoreaba con fidelidad a su gran congregación cerca de Turalei, provincia de Bahr El Ghazal en Sudán. Enseñaba a la iglesia de cuatrocientos sudaneses con la única Biblia de toda la congregación. Aunque muchas de las personas eran analfabetas, el deseo de Deng era dar clases de alfabetización para hombres, mujeres y niños. Cuando un ministerio cristiano trajo cientos de Biblias, Deng estaba encantado de que cada miembro de su congregación tuviera acceso a las Escrituras.
Cuatro días después de recibir las Biblias, unos atacantes islámicos radicales invadieron el pueblo. A Deng le dispararon en la cabeza a quemarropa, y murió instantáneamente. La iglesia fue incendiada y mucha gente huyó justo a tiempo. Casi cien aldeanos fueron asesinados ese día, y muchas personas fueron secuestradas y tomadas como esclavas. Las Biblias recién entregadas que les trajeron esperanza y alegría fueron destruidas en el fuego.
Uno de los versículos favoritos de Deng era Romanos 6:23: «Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro». Hoy, él está cosechando ese regalo gratuito en la eternidad.
Según los estándares occidentales, las posesiones de una familia sudanesa serían consideradas escasas y primitivas. Los tukuls con techo de hierbaen los que viven no tienen casi ningún valor. Pero no es por las posesiones terrenales que estos hermanos están dispuestos a hacer tan grandes sacrificios: es por lo que poseerán en el cielo. Algún día experimentarán la promesa de Hebreos 10:34: «Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos». El precio que pagan los sudaneses cristianos es muy alto, pero su recompensa también será grande. Esta posesión que es «mejor y perdurable» es la que les da valor para resistir ataques tan brutales a su fe.