Cuando el Pastor Yoshi abrió la puerta de su casa para ver quién la estaba golpeando, de inmediato reconoció al grupo de hombres que estaba frente a él. Sus bandas color azafrán en la cabeza junto con los palos y barras de hierro en sus puños identificaron claramente a los 10 hombres como miembros del Vishva Hindu Parishad (VHP), un grupo nacionalista militante hindú conocido por golpear y acosar a los cristianos. Yoshi se preparó para la paliza que seguramente vendría.

Su visita esa noche a finales de 2009 no fue totalmente inesperada, pero el pastor no los esperaba tan pronto. Cada aldea india tiene un informante que reporta actividades antihindúes al Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), un grupo militar extremista, y el informante del VHP de la aldea había visitado su hogar en el norteño estado de Uttar Pradesh ese mismo día en busca de Yoshi. La esposa de Yoshi, «Aja», le dijo al hombre que su esposo no estaba en casa porque había salido a predicar.

Los activistas hindúes estaban molestos porque un par de semanas antes Yoshi les había mostrado La película de JESÚS a unas 400 personas en un pueblo rural de Uttar Pradesh. Después, los líderes hindúes acusaron a Yoshi de ser «antinacional» y un agente estadounidense, las cuales son acusaciones serias de grupos cuyos objetivos declarados son limpiar la India y convertirla en una sociedad india pura.

Aunque ahora es visto como una amenaza para los grupos nacionalistas hindúes, Yoshi fue criado en una familia hindú que se cree desciende de la deidad hindú Krishna, también conocido como el Ser Supremo. Sin embargo, de joven, Yoshi encontró paz al escuchar programas de radio cristianos, y le dio su vida a Cristo a los 19 años. Fue el primero en convertirse al cristianismo en su familia. Llevó a su esposa al Señor en 2004 y entró al ministerio a tiempo completo en 2006.

Cuando Yoshi reconoció a Santhram Singh, el infame líder de distrito del VHP, en su puerta principal, se preguntó si estaba a punto de dar su vida por Jesucristo.

«LO QUEMAREMOS»

Santhram tomó a Yoshi y lo arrastró unos 46 metros por la carretera. «Me estaban atacando verbalmente y usando lenguaje vulgar sobre mi madre y mi hermana», recordó Yoshi.

Cuando el hijo de Yoshi, de 3 años, corrió llorando tras su padre, Aja fue alertada de lo que estaba sucediendo y fue a ponerse de pie junto a su marido.

Yoshi discutió con los hombres diciéndoles que bajo la constitución india él era libre de compartir su religión con otros. Santhram le dio una bofetada en la cara.

«No estoy criticando al hinduismo —le dijo Yoshi—. Le estoy contando a la gente sobre Jesús». Yoshi les dijo más tarde a los trabajadores de VOM que, si bien no tenía miedo, sabía que su situación era grave. «Mi corazón no temblaba —dijo—, pero sabía que solo Dios podía ayudarme».

La esposa de Yoshi, Aja, se interpuso entre su marido y Santhram, y los hombres entonces volvieron su ira hacia ella, diciéndole que hiciera que su marido dejara de predicar. La atacaron verbalmente durante otros 30 minutos. Sin embargo, sus amenazas no conmovieron a Aja. «Nos encontraron solos aquí —los regañó—. ¿Qué tal si vienen donde mi marido está predicando si son tan valientes? ¡Vean si la gente está a su favor o a favor de él!».

Mientras Aja discutía con los hombres, Yoshi recibió una llamada telefónica de un amigo y se hizo a un lado para responder a la llamada.

Los activistas hindúes continuaron amenazando a Aja y presionándola para que Yoshi dejara de predicar. «¡Lo quemaremos como en Odisha! —gritaban—. Sabes lo que le hicimos en Odisha a ese tipo y a sus hijos». Se referían a un incidente ocurrido en 1999 en el que activistas hindúes quemaron al misionero australiano Graham Staines y a sus dos hijos mientras dormían en su coche.

La diminuta Aja de voz suave solo respondió: «Quémennos. Eso no nos da miedo». Estaba segura de que iban a matarlos a todos.

De repente, alguien se dio cuenta de que Yoshi estaba al teléfono. «Está llamando a la policía», dijeron. En menos de un minuto, los hombres se habían apilado en un jeep y se habían ido.

IMPARABLE

a group of people surround man while he preaches

Poco después, el pastor y su familia fueron expulsados de su casa alquilada. Los activistas habían presionado a su casero para que los desalojara. En los años transcurridos desde su encuentro con el VHP se han visto obligados a mudarse ocho veces porque los activistas hindúes amenazan a sus caseros cada vez que se mudan. Incluso algunos cristianos tienen miedo de asociarse con la familia públicamente.

Sin embargo, a través de todo esto, la luz continúa brillando en los ojos del pastor Yoshi. Su confianza está en un futuro con Cristo. Continúa compartiendo el evangelio y sigue dirigiendo una iglesia casera de 150 personas mientras supervisa otras 300 iglesias caseras en el área. Yoshi es uno de los cientos de trabajadores del frente que VOM está apoyando en la India con kits del evangelio, herramientas de transporte, Biblias y otros materiales para ayudarlos a compartir el evangelio.

Mujer defiende su fe: «Quémennos. Eso no nos da miedo»
Categorías: Historia