Cuando el pastor Han respondió una llamada telefónica una tarde en su iglesia en Changbai, China, cerca de la frontera con Corea del Norte, su esposa no vio ningún motivo particular de preocupación.

Sin embargo, sabía que durante varios meses tanto la policía china como los agentes de inteligencia surcoreanos le habían estado advirtiendo a su esposo que era el primero de una «lista de blancos» norcoreana. El pastor Han, su esposa y otros líderes cristianos incluso habían acordado tomar precauciones de seguridad diseñadas para protegerlo mientras le permitían continuar con su ministerio a los norcoreanos. Por ejemplo, dejó de conducir en la carretera fronteriza, no salía de su casa ni de la iglesia a solas y mantenía un horario muy estricto.

Pero después de recibir la llamada telefónica esa tarde en la iglesia, el pastor inusualmente ignoró esas precauciones y salió de la iglesia solo. Su cuerpo fue encontrado esa noche en una zona rural a lo largo de la frontera con Corea del Norte.

Los norcoreanos en la puerta

El pastor Han Chung-Ryeol y su esposa llegaron a la ciudad fronteriza china de Changbai en 1993. El recién graduado del seminario, de 26 años de edad, había sido llamado a Changbai para dirigir una pequeña iglesia para personas de origen chino-coreano, quienes constituyen alrededor de una cuarta parte de la población de esa zona de China. Dado que el pastor mismo era un ciudadano chino de ascendencia coreana, al parecer encajaba perfectamente en el puesto.

Aunque el pastor y su esposa sabían que estarían ministrando a personas de origen coreano en Changbai, nunca imaginaron que terminarían ministrando a los norcoreanos. Los controles fronterizos entre China y Corea del Norte eran sorprendentemente relajados en esa zona, y había norcoreanos y chinos que cruzaban constantemente la frontera para visitar a los parientes que vivían a ambos lados y regresar a casa.

Tanto China como Corea del Norte eran pobres antes de la década de 1990, pero Corea del Norte se vio sumida en dificultades económicas aún más profundas a principios de la década de 1990 como resultado del liderazgo inepto y la disolución de la Unión Soviética, de la cual el país había dependido como apoyo económico. El período de 1993 a 1995 en Corea del Norte se conoce como la «Hambruna de Corea del Norte» porque mucha gente se estaba muriendo de hambre.

Si bien las cifras exactas son difíciles de confirmar debido al secretismo de Corea del Norte, los expertos estiman que entre 300 000 y 1.2 millones de norcoreanos murieron durante la hambruna. Los que pudieron llegar a China estaban desesperados por ayuda, y en busca de comida, ropa y medicinas.

El pastor Han y su esposa no se habían mudado a Changbai con la intención de ayudar a los norcoreanos, pero no podían rechazar a los que pronto comenzaron a llamar a la puerta de su iglesia. Aunque muchos norcoreanos originalmente vinieron a China en busca de ayuda de parientes lejanos, a menudo se sentían decepcionados al saber que sus parientes no tenían recursos para ayudarlos. Rápidamente, se hizo de conocimiento común entre los norcoreanos que podían encontrar ayuda en los edificios con cruces en el techo.

«No importaba si queríamos trabajar con los norcoreanos o no —dijo la Sra. Han—, simplemente seguían viniendo. Cuando los ves no puedes dejar de hacer este ministerio. Cuando vienen a China es porque realmente se están muriendo de hambre; por eso vienen. No tienen ropa. Cuando te encuentras con ellos cara a cara, no hay manera de que no quieras hacer algo».

Juntos, los Han se dedicaron a ayudar a los norcoreanos que querían regresar a Corea del Norte después de recibir ayuda. La filosofía del pastor Han era clara: «Les enseñó a los norcoreanos que debían ser ellos quienes recibieran el evangelio y regresaran a su país —dijo la Sra. Han—. Deberían ser ellos quienes tuvieran la misión de hacer de Corea del Norte una luz, de convertirse en una luz para el mundo». Si bien los Han sabían que estaban corriendo algunos riesgos por ayudar a los norcoreanos, no entendieron completamente las posibles consecuencias hasta 1998.

EL ACTO SOSPECHOSO DE AMAR

La Sra. Han fue arrestada en Corea del Norte en 1998. «Fue una visita legal —dijo—. Tengo visa para visitar Corea del Norte. Quería ayudar a los orfanatos allí, así que les llevé arroz». Además de ayudar en los orfanatos, la Sra. Han también visitó a algunos de los norcoreanos con quienes habían compartido el evangelio en China y les llevó arroz. Pero en una cultura donde la gente en general no se ayuda entre sí sin un incentivo personal, su acto de buena voluntad fue visto con sospecha. Y en Corea del Norte la sospecha lleva al arresto.

Estuvo recluida en régimen de aislamiento durante sesenta días sin saber cuánto tiempo estaría encarcelada. «Al principio, sentí que iba a morir allí», dijo.

La Sra. Han se enfrentó a incesantes interrogatorios. «Cambiaban al investigador —dijo—, el cual me hacía las mismas preguntas una y otra vez». Los investigadores también le mintieron, diciéndole que su marido estaba en la habitación de al lado. Pero la Sra. Han no tenía nueva información que darles. Ya sabían todo lo que había hecho en Corea del Norte y cada persona con la que había estado.

Después de dos meses, los norcoreanos trasladaron a la Sra. Han del régimen de aislamiento a una prisión ordinaria donde recibía muy poca comida. El clima se estaba poniendo frío y ella solo tenía la ropa de verano que llevaba puesta en julio, pero Dios le proveyó de una manera sorprendente. La Sra. Han conoció a un joven huérfano en la prisión que los había visitado en China. Debido a que no tenía hogar, usaba varias capas de ropa para mantenerse abrigado, y estuvo feliz de compartir una con la mujer que lo había ayudado en China. Su sacrificio era todavía más profundo de lo que se puede pensar por el hecho de que los huérfanos a menudo pagan por cosas con ropa. El muchacho le dio a la Sra. Han el único medio que tenía para sostenerse.

Finalmente, 72 días después de su arresto, varios soldados norcoreanos llevaron a la Sra. Han a la frontera y la entregaron a las autoridades chinas. «Mi hija no me reconoció —dijo—. No se me acercó; solo lloró».

Después de la dura experiencia de la Sra. Han en Corea del Norte, ella y su esposo decidieron que, por el bien de sus hijos y la protección del otro cónyuge, solo uno de ellos debería participar en la obra entre los norcoreanos. La Sra. Han supervisaría la iglesia en Changbai mientras el pastor Han se enfocaría en enseñar y capacitar a los creyentes norcoreanos. Si su marido alguna vez era arrestado, ella podía cuidar de los niños. Además, no podría divulgar información a las autoridades porque no sabría detalles sobre el trabajo de su marido.

Se corre la voz a lo largo de la frontera

Corea del Norte comenzó a reforzar su control de la frontera a mediados de la década de 1990, y menos iglesias chinas estaban dispuestas a ayudar a los norcoreanos debido a la presión y el castigo del gobierno chino. La iglesia del pastor Han fue la excepción.

Se corrió la voz entre los norcoreanos de que si necesitaban ayuda, debían ir a ver al pastor Han. Les proporcionaba ropa y comida a sus visitantes, antes de evaluarlos cuidadosamente durante varios días. Si creía que una persona realmente estaba buscando conocer a Dios y no era un espía, cautelosamente, le comenzaba a compartir historias bíblicas. Después de evaluar completamente el carácter de la persona, le compartía el evangelio en su totalidad y comenzaba a entrenar al nuevo creyente. Los nuevos cristianos se unían entonces a pequeñas iglesias caseras que el pastor Han mantenía a lo largo de la frontera y se sometían a varios meses de entrenamiento intensivo.

El pastor tomó un enfoque conservador, pero sistemático, para difundir el evangelio en Corea del Norte, al capacitar a nuevos creyentes y luego animarlos a regresar a su propio país. «El pastor Han les pedía que invitaran a sus familiares o amigos más cercanos… a China», dijo un obrero de VOM en la región. Instar a los norcoreanos a compartir el evangelio por ellos mismos en Corea del Norte era demasiado peligroso.

Pastor Han preaching

Los obreros de VOM comenzaron a colaborar con el pastor Han después de conocerlo. Apoyar a los misioneros fronterizos como el pastor Han fue (y sigue siendo) la manera más eficaz de llevar el evangelio a la cerrada nación. VOM proporcionó fondos para apoyar la capacitación, la vivienda y la alimentación de los norcoreanos bajo el liderazgo del pastor Han. Además, los obreros de VOM se convirtieron en sus amigos de confianza y una fuente de aliento mientras llevaba a cabo un trabajo muy difícil, estresante y peligroso.

El pastor Han se arriesgaba cada vez que ayudaba a un norcoreano que cruzaba la frontera hacia China, pero su trabajo también era muy gratificante. En 2012, una mujer que se ganaba la vida contrabandeando una variedad de mercancías a Corea del Norte vino en busca del pastor. Mientras «Jung-ah» estaba en prisión en Corea del Norte por contrabando, otra prisionera le había hablado de Dios, usando el término Hananim, que significa el ‘Dios único’. Dado que los norcoreanos generalmente usan la palabra hanulnim, que significa ‘dios del cielo’ o ‘dios en los cielos’, Jung-ah sintió curiosidad sobre el Dios único. Después de salir de prisión, cruzó a China y fue a buscar al pastor Han.

Cuando el pastor conoció a Jung-ah, la llevó a una casa de seguridad donde les enseñaba a otros norcoreanos. Después de varios días, determinó que era «muy inteligente y que tenía un buen corazón», recordó la Sra. Han. El pastor le enseñó a Jung-ah la Biblia durante tres meses, y su vida fue transformada. Dejó su trabajo de contrabando y comenzó a ayudar al pastor Han a compartir el evangelio con los norcoreanos.

Con el tiempo, Jung-ah se convirtió en una de las principales obreras del pastor en Corea del Norte al compartir el evangelio con más de 70 personas y llevarlas al pastor Han para un mayor discipulado. Su trabajo fue interrumpido cuando en 2014 otro de los discípulos del pastor Han, el diácono Jang, fue secuestrado en Corea del Norte e interrogado sin piedad, para, finalmente, dar algunos detalles del ministerio del pastor Han.

Otro hombre que el pastor Han llevó al Señor, «Sang-chul», fue atraído al pastor después de escuchar de él en Corea del Norte. «Lo que realmente quería saber de él era por qué ayudaba a los norcoreanos, ya que era muy peligroso para el pastor Han ayudar a los norcoreanos allí —dijo Sang-chul—. El pastor Han nos amó incondicionalmente y nos trató bien. Yo podía sentir su corazón. Cuanto más me reunía con el pastor Han, más sentía que su corazón provenía del Señor; sin Dios no me podría haber ayudado. Por eso me di cuenta de que el cristianismo es una religión verdadera».

Sang-chul podía entender que una persona le mostrara amor a otra con la expectativa de recibir algo a cambio, pero nunca había visto a alguien como el pastor Han quien era generoso con los demás sin una razón aparente. «Nos ayudaron con un corazón genuino a pesar de que se pusieron en peligro —dijo Sang-chul—. No nos pidieron nada».

Después de pasar cinco meses con el pastor Han, Sang-chul puso su fe en Cristo. «A partir de ese momento formamos un grupo […] y recibimos un entrenamiento intensivo», dijo Sang-chul.

Cuatro años después de haber conocido al pastor, Sang-chul sigue alabando a su mentor. «Era un hombre veraz porque China y Corea del Norte discriminan a los cristianos —dijo—. Pero en medio de ese tipo de situaciones tenía amor; por eso era diferente. Se puede decir que él sacrificó su vida por Cristo. Varios agentes secretos de Corea del Norte habían estado planeando asesinarlo durante los últimos diez años. En medio de esa peligrosa situación, había estado haciendo la obra de Dios durante décadas; eso es realmente especial».

BLANCO DE ASESINOS

Si bien el pastor Han sabía que su trabajo era peligroso, entendía que aquellos a los que estaba sirviendo corrían riesgos aún mayores. Al menos cuatro personas que él condujo a Cristo fueron ejecutadas por el gobierno norcoreano, algunas fueron arrestadas y nunca más se supo de ellas, y otras permanecen en prisiones norcoreanas.

Cuando el diácono Jang fue arrestado en 2014, el pastor Han llamó a algunos de los otros creyentes norcoreanos para advertirles. «Estamos listos para morir por Jesucristo», le dijeron.

Tanto los oficiales de inteligencia chinos como los surcoreanos le advirtieron al pastor Han que se había convertido en un blanco del gobierno norcoreano, y él y su esposa a veces se preguntaban si debían renunciar al trabajo. «Siempre teníamos que […] tener cuidado —dijo la Sra. Han—. Pensamos en salir de allí varias veces, pero Dios nos detuvo».

Después de ser advertidos por las autoridades, la pareja hizo planes para enviar a sus dos hijos a la escuela en otra ciudad y tomó precauciones adicionales para su propia seguridad.

«Nunca pensamos en esto como, “Esto es peligroso, tenemos que detenernos” —dijo la Sra. Han—. Pensamos que lo peor que podía pasar era que lo secuestraran».

Bloody shirt

El 30 de abril de 2016, el pastor Han recibió una llamada telefónica alrededor de la 1:30 p.m. La Sra. Han no escuchó con quién estaba hablando su esposo, y se fue a casa sin preguntarle a su esposo quién había llamado. Alrededor de la hora de la cena, se preocupó porque su marido no había llamado a casa como lo hacía normalmente. Cuando no pudo localizarlo por teléfono, llamó a la policía.

A las 7 p.m., habían encontrado su cuerpo. El pastor Han fue encontrado en su coche, en una zona remota cerca de la frontera con Corea del Norte. Había sido apuñalado en el corazón, y una arteria en su cuello había sido cortada: un método comúnmente utilizado por los asesinos norcoreanos. Además, tenía siete heridas profundas en la cabeza, que mostraban la furia de sus asesinos.

El legado del pastor Han

La Sra. Han continúa dirigiendo la iglesia que su esposo comenzó en Changbai, pero ha tenido que dejar todo el trabajo entre los norcoreanos. Desde la muerte de su marido, ha tenido dificultades para confiar en los norcoreanos. Incluso cambió su número de teléfono después de conocer a dos creyentes norcoreanos que él había llevado a Cristo. «Cualquier norcoreano que veo, me parece un espía», dijo. La Sra. Han dijo que la persona que atrajo a su esposo para que saliera de la iglesia ese día era, muy probablemente, un norcoreano que el pastor pensaba que era cristiano. Ella cree que incluso puede haber sido un miembro de su círculo íntimo.

«Desde que el pastor Han fue martirizado, comencé a odiar a los norcoreanos —dijo la Sra. Han—. Ya ni siquiera veía a los norcoreanos, pero después de visitar Corea del Sur vi las noticias sobre Corea del Norte y me di cuenta de que Kim Jong Un, el líder, tiene que ser transformado primero y el país será transformado. Así que, comencé a orar por Kim Jong Un y el país».

Woman reading a plaque with the story of Pastor Han on it

Por ahora, ella planea hacer todo lo que pueda para ayudar a la Iglesia de Changbai a recuperarse de su gran pérdida. «Solo quiero centrarme en la iglesia —dijo—, para recuperar a los miembros de la congregación porque mucha gente se fue».

El obrero de VOM que lo conocía mejor explicó lo que significa su pérdida para la comunidad cristiana en Changbai, así como para la evangelización de Corea del Norte. «Era un hombre sabio —dijo el obrero—. Nunca falló en iniciar cada día con oración por la mañana. Decía que si no oraba, no podía hacer el trabajo. El pastor Han se dedicó a ayudar a los norcoreanos a entrar al Reino de Dios, no al reino de Corea del Sur. Les insistía a los norcoreanos que ayudaba que regresaran a sus hogares, a su familia y a su país, y que no los abandonaran. Nos dijo: “Ya sea que mueran o no, tienen que volver. Si mueren, Dios los honrará. Pero si se van a Corea del Sur, le estarán dando la espalda a Dios”».

Un cristiano norcoreano le envió esta nota a un obrero de VOM después de la muerte del pastor: «Cuando escuché que [el pastor Han] había muerto miserablemente, pensé que odiarían a los norcoreanos y probablemente nunca volverían a ver norcoreanos. Sin embargo, todavía nos recuerdan y nos apoyan. ¡Cómo se los agradezco! […] Sigo orando a Dios como el pastor Han nos enseñó a orar, y siento que Dios realmente nos ama. Le doy gracias a Dios por ayudarnos, por no darse por vencido con nosotros en medio de las dificultades».

Las semillas que el pastor Han plantó seguirán dando fruto por muchos años. Los norcoreanos que lo conocieron continuarán compartiendo el amor de Dios con sus amigos y familiares dentro de Corea del Norte, y la luz de Dios continuará desvaneciendo la oscuridad.

Pastor Han martirizado por asesinos norcoreanos
Categorías: Historia