Salvación para ti y para tu casa
Arabia Saudita
“Jamila tenía preguntas acerca de Jesucristo mientras estudiaba el Corán durante el entrenamiento religioso islámico. Hoy, ella lo adora como su Salvador”.
Jamila ha vivido en un matrimonio abusivo durante más de tres décadas. Criada como musulmana, fue forzada por su padre a un matrimonio arreglado con un violento hombre musulmán. “Me casé no porque él fuera bueno o amable —dijo—, sino porque tenía que hacerlo”. Desde el primer día, el esposo de Jamila la vio más como una posesión que como una persona, y en poco tiempo comenzó a atacarla físicamente.
En medio de las continuas palizas y amenazas, el corazón de Jamila suspiraba por bondad y verdad. Ella había batallado con preguntas sobre el islam durante años, y cuando una transmisión de televisión cristiana le señaló la verdad de Cristo, Jamila encontró las respuestas que había estado buscando. Sin embargo, la fe en Dios que le trajo paz solo parecía intensificar la violencia en su casa.
Una crianza inusual
Aunque Jamila es ciudadana de un país del Medio Oriente, nació en una nación occidental, donde su padre musulmán fue enviado como representante de su gobierno árabe. Tras la muerte de su madre, cuando Jamila tenía 5 años, su padre la envió a un internado católico. Allí, fue enseñada por monjas y se le exigió que asistiera a los servicios de la capilla que honraban a Jesucristo. Y las semillas de esas primeras lecciones echaron raíces en su corazón: Jesucristo era real y la amaba.
Cuando Jamila cumplió 18 años, su padre la envió de regreso a Medio Oriente. Habiendo vivido en una nación occidental toda su vida, se sintió como si la hubieran botado en un país extranjero. Se mudó de la casa de un pariente a la de otro, apenas entendiendo el idioma y no entendiendo en absoluto la cultura de su entorno.
Primero, Jamila fue enviada a una escuela árabe para mejorar sus habilidades lingüísticas para poder leer el Corán. Luego fue enviada a Arabia Saudita para recibir entrenamiento religioso islámico. “Tenía muchas preguntas sobre el islam —dijo—. El Corán es muy claro: odiar a los cristianos, odiar al pueblo judío. Yo pregunté directamente por qué eso está escrito en el Corán. ¿Por qué odiar a la gente? Ignoraron mis preguntas. No me daban una respuesta real”. Por ese tiempo, el padre de Jamila la presionó para casarse con un hombre musulmán.
Mientras continuaba su entrenamiento islámico, Jamila escuchó a un imán criticar a Jesucristo, diciendo cosas que no estaban de acuerdo con lo que había aprendido en el internado católico. “¿Por qué estas personas están diciendo cosas tan malas acerca de Jesús?”, se preguntó. Se le había enseñado que Jesucristo es amoroso, amable y bueno. Ella había aprendido que Él fue crucificado, que murió y resucitó después de tres días, mientras que los musulmanes niegan que Él siquiera fue a la cruz.
Entonces, hace siete años, durante el mes sagrado musulmán del Ramadán, Jamila comenzó a encontrar respuestas a muchas de sus preguntas. Encontrando las respuestas.
Encontrando las respuestas
Mientras estudiaba en Arabia Saudita, Jamila tuvo un sueño en el que vio una luz tan brillante que no podía abrir los ojos para ver de dónde provenía. Cuando regresó a casa, encendió el televisor y comenzó a buscar en los canales de televisión por satélite. Al encontrarse con los canales cristianos, su primer impulso, tratando de ser una buena musulmana, fue pasarlos lo más rápido posible. Pero sintió como si algo o alguien estuviera sosteniendo su mano, impidiéndole presionar el botón para cambiar de canal. Ella observó con interés a un evangelista que desafiaba las enseñanzas islámicas y presentaba claramente el Evangelio. Jamila, que tenía tantas preguntas sobre el islam, se sorprendió al ver a alguien haciendo preguntas similares abiertamente en la televisión… y dando respuestas.
Queriendo encontrar las respuestas por su cuenta, Jamila comenzó a comparar las enseñanzas del evangelista con las del Corán, las de otros libros y la información en Internet. Al final, no encontró las respuestas en el islam.
Decidida a aprender más sobre la Biblia, y recordando a las monjas y sus lecciones de la infancia, se dirigió a la iglesia católica local. Pero cuando llegó allí, fue rechazada por los líderes de la iglesia que temían que aceptar a una mujer musulmana entre ellos causara problemas. Luego, un amigo ayudó a Jamila a conectarse con el pastor de una iglesia evangélica. Él le dio una Biblia, y Jamila tomó la costosa decisión de leer por sí misma acerca de Cristo.
“Jamila confía con gozo en las promesas de Dios mientras ora por la salvación de los miembros de su familia musulmana”.
Cristo, su defensor
El esposo de Jamila había sido abusivo desde los primeros días de su matrimonio, pero comenzó a tratarla con mayor dureza tras saber que ella estaba buscando la verdad acerca de Cristo. Él proveía comida para sus hijos, pero a ella a veces no le permitía comer. Cuando se enfermaba, él le impedía recibir tratamiento. Y las palizas continuaron. Pero Jamila sintió que tenía un defensor en Jesucristo.
“Pasé por la oscuridad del islam en cuanto al matrimonio, donde el esposo ve a su esposa como una esclava —dijo Jamila—. Mi esposo me golpeaba por cosas muy pequeñas. Por cualquier cosa, él hacía un gran problema y me golpeaba. [Mi esposo y algunos parientes] amenazaron con matarme. Les dije: ‘No me importa; hagan lo que quieran. Yo tengo a Jesús como Salvador, Él me protegerá’”.
Desde entonces, los hijos adultos de Jamila han intervenido, y ella ha visto a Dios protegerla. “El Señor nunca me dejó —dijo—. Siempre estuvo conmigo. Enfrenté algunos desafíos, pero el Señor me recordó cómo ha estado conmigo”.
Cuando le preguntan por qué permanece en un matrimonio abusivo, Jamila dice: “Quiero cuidar a mis hijos”. Está decidida a que sus hijas adolescentes no sean forzadas a un matrimonio musulmán abusivo, como ella.
Buscando aliento y esperanza, Jamila mira la promesa de Pablo y Silas al carcelero de Filipos en Hechos 16:31: “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa”. Ella confía en Cristo para la salvación de sus hijos y su esposo”.